Durante
las décadas de los años 50 y 60 hubo una gran polémica en los Estados Unidos a
cuenta de la carrera espacial que por entonces les enfrentaba a la extinta
URSS. La gente de la calle no entendía porqué se gastaban tan enormes
cantidades de dinero en intentar ir a la Luna, cuando ese dinero podía ser empleado en
construir hospitales o carreteras. La pregunta se puede reducir a la
siguiente: ¿por qué gastar enormes
cantidades de dinero en investigación básica, sin una utilidad aparente, frente
a otros tipos de investigación o incluso porqué no emplearlo en otras cosas mas
útiles?.
Alguna
vez he discutido con mis amigos sobre este tema y este año se ha repetido la
discusión (siempre en torno a un par de buenas cervezas), a cuenta de una
noticia del telediario (del informativo para los que no sois tan vintage como
yo).
Resulta que
unos investigadores de CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)
han tardado dos años en descubrir que los tomates de ahora no saben igual que
los de antes. Los agricultores han mezclado tomates para conseguir variedades
de mayor tamaño, mejor aspecto y mas resistentes a las enfermedades y la conmsecuencia es que los variedades que se venden
actualmente hayan perdido diez de los 350 genes que tienen los tomates:
justamente los diez responsables de su olor y sabor. Y además los
investigadores amenazaban (es un decir) en emplear otros dos o tres años en
reintroducir dichos genes para obtener
tomates mas sabrosos.
Y claro, en la
discusión me argumentaban la estupidez y futilidad de la investigación, y que
era mucho mejor emplear ese dinero en investigar el cáncer. Y yo razonaba la
necesidad de la investigación básica y , aparentemente, inútil. Pero no fui
muy convincente. Lo intentaré de nuevo.
En primer lugar decir que la
investigación sobre el sabor del tomate no es inútil. Si una empresa
comercializa los nuevos tomates y estos tienen éxito en el mercado
internacional, esto significará mas dinero y empleo en España. ¿Y no reclama la
sociedad civil que la creación de empleo es prioritaria?. Sólo por eso la
investigación tiene sentido.
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Pero investigar el cáncer es mas importante.
Pues sí
pero.. habrá que hacer mas investigación, digo yo. ¿O es que empleamos todo el
dinero en investigar el cáncer y nos olvidamos de todo lo demás, incluido el
desarrollo de nuevas tecnologías que generen empleo?.
En segundo lugar cualquier
investigación científica obtiene unos resultados que en muchos casos no sabemos
a qué nuevos territorios nos va a conducir, qué nuevas puertas del conocimiento
va a abrir, que nuevas tecnologías desarrollarán otros investigadores basándose
en ellos.
Pondré varios ejemplos para que
comprendan de qué estoy hablando.
La conquista de la Luna permitió el
desarrollo de los ordenadores de sobremesa (PC) y de los primeros sistemas de
almacenamiento externo: floppy disk, después CD y ahora pen-drives y discos
duros externos. ¿No son acaso Bill Gates y los USA inmensamente ricos
a raíz de estas investigaciones?.
¿Cuántas vidas se salvan gracias al empleo de ordenadores en medicina?. Me parece a mi que el gasto en este viaje es una inversión alucinante. ¿A ustedes no?.
Werner Heisenberg, Paul Dirac y
Erwin Schrödinger eran físicos teóricos. Eran Sheldon Coopers (de “Big Bang
theory”) pensando el comportamiento de electrones en átomos, fotones pasando
por rendijas; soñando con electrones surgiendo de mares formados por infinitas partículas de energías
negativas. ¿Puede haber algo mas inútil que esto?, ¿menos práctico para la vida real?. Pero sus ideas cristalizan en la Mecánica Cuántica
y en ella se basan aparatos tan poco prácticos como los teléfonos móviles, los
GPS, los láser, la fibra óptica o ciertos aparatos de diagnóstico por
radioimagen como TAC, RMN o PET.
Es evidente que tales aparatos
que salvan cientos de miles de vida no se hubieran podido desarrollar sin la
mecánica cuántica. Si no se hubiera pagado a los físicos teóricos y no se
hubieran construido y mantenido los costosos laboratorios para probar sus
“locas y poco prácticas” ideas no tendríamos estos avances en medicina.
Pero quizás piensen ustedes que
podríamos haber llegado a lo mismo si se
hubiese dedicado todo el dinero a que médicos junto a ingenieros estudien
técnicas para desarrollar esos aparatos. La respuesta es que no. La tecnología
está basada en conocimientos científicos: leyes de la física y de la química.
Si estas se desconocen no se puede pensar en la tecnología. La
tecnología se piensa desde la ciencia y no al revés.
Quiso el azar (ese amigo que
tanto aparece últimamente por este blog) hacerme un guiño y dos días después ví
en la tv otra noticia que demuestra de forma maravillosa la validez de mis
argumentos. La fundación BBVA “Fronteras del Conocimiento” había dado el premio
en biomedicina al científico español
Francisco Martínez Mójica (junto a otros investigadores), por desarrollar el
método “CRISP/Cas9”. Un método que
permite editar, cortar y pegar secuencias de ADN de forma fácil y altamente
precisa.
Las posibilidades de CRISP/Cas9
en medicina son enormes, ya que abre las puertas a curar enfermedades de tipo
genético, en las que se que necesita cortar el genoma defectuoso e insertar un trozo correcto. Enfermos oculares o con
anemia falciforme tienen ahora una nueva esperanza. También se espera que tengan
aplicación en la cura de determinados tipos de cáncer.
¿Cómo surge la idea de
CRISP/Cas9?. Pues el método se basa en el descubrimiento de Martínez Mójica de
una secuencia de ADN repetido en el genoma de una bacteria que vive en las
salinas de Santa Pola. Secuencia que el investigador fue capaz de relacionar
con un mecanismo de defensa de la bacteria. Investigación básica pura (e inútil
en sí misma: ¿A quién le importa como se defiende una triste bacteria en un
montón de sal?).
Pero dos científicas alemanas
pensaron que podrían utilizar el mismo mecanismo para “cortar y romper” ADN de
manera artificial. El método utiliza la proteína de la bacteria (llamada Cas9)
como una tijera molecular y el resto de la secuencia como un reparador de ADN.
Como
es fácil de comprender a ninguna de las dos se les podría haber ocurrido buscar
esas “tijeras” en el DND de una bacteria de una salina.
Cómo el mismo Martínez Mójica
dice: “Cada proyecto de ciencia básica es
un árbol del que no sale uno, sino muchos frutos”. Frutos que salvan vidas,
frutos exquisitos que nacen de la diversidad de la investigación.
Magnífico, profesor Centeno.
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