HUMOR CIENTÍFICO

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¿Con qué se cura la anemia? Con Fe

FRASES CÉLEBRES (DE CIENCIA)

"Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados" A. Einstein

lunes, 20 de junio de 2016

ANATOMIA DE GREY

Lo reconozco: estoy enganchado a Anatomía de Grey. Me han instalado la fibra óptica y voy ya por la quinta temporada (y son un montón de episodios). Lo que mas me llama la atención es la competitividad y el ansia de trabajar las horas que sean y a hacer lo que sea de los médicos residentes para aprender y ser los mejores. Incluso hay un capítulo en el que se operan entre ellos sin permiso del hospital y casi de cualquier manera.
Sí, ya sé que es ficción, una exageración y demás… pero es una muestra de que el ansía de aprender y el esfuerzo personal es el camino para conseguir lo que hoy llaman la excelencia. Y está claro que los centros educativos privados de los Estados Unidos es lo que venden: excelencia a golpe de talonario y exigencia.
Antes también en los centros educativos andaluces se vendía excelencia. Hoy se vende equidad, lo que significa que todos los alumnos deben conseguir los objetivos marcados. Muchas veces no importa qué objetivos, sólo importa que todos lleguen a ellos. Es como si a los equipos andaluces de primera división se les exigiera que todos los chicos que se presenten a las pruebas de selección tengan que acabar jugando en el primer equipo: el resultado cierto será un equipo mediocre que descenderá a segunda, donde los buenos jugadores no mejoran todo lo que podrían.
Quizás me equivoco. No sé.
Miércoles a cuarta hora. Estoy de guardia y falta la compañera de francés. Me dan un examen en francés para que lo hagan los alumnos de un tercero bilingüe. Es un tercero bueno (eso me dicen, pues yo no los conozco).
Entro en la clase y hay un guirigay grande, algo normal en una clase después del recreo y en pleno mes de junio. Pasan tres minutos y yo no existo (a fin de cuentas no soy su profesor). Pego un grito y me miran (lo que aprovecha un alumno de otra clase para salir disparado hacia la suya, antes de que me de cuenta y se lleve una bronca).
- La profesora de francés ha faltado. -digo- Así que colocaros para hacer el examen.
Hay algunos que reaccionan, pero la mayoría permanece en sus asientos, uno al lado del otro en mesas de dos.
- Así no se puede hacer el examen. -insisto- Separad las mesas y poneros uno enfrente del otro en la mesa.
Ni flowers. Nadie mueve un músculo. O no me han entendido o (lo mas probable) se hacen los sordos.
- Cuanto mas tardéis -informo en tono amenazante- menos tiempo tendréis para el examen.
Deciden perder quince minutos en total. Incluso tengo yo que mover alguna mesa, mientras el alumno sentado en ella me mira con cara de no entender nada.
Reparto el examen (¡por fin!), me siento y empiezo a leer mi libro sobre la relatividad (Einstein y eso, ya saben). Pasan cinco minutos, levanto la cabeza y ¡nadie está escribiendo!.
- ¿Pasa algo?- pregunto.
-Es que no sabemos lo que hay que hacer- contesta alguien.
- Pero en el examen pondrá lo que hay que hacer, digo yo.
- ¡Pero es que está en francés!- dicen varias voces a coro.
- Normal -contesto con sorna- es que se trata de un examen de francés.
- Pero la profesora nos explica lo que hay que hacer en el examen.
Esto último me pone de los nervios.
- La profesora no está. ¡ Y no me puedo creer que no ponga en el examen lo que hay que hacer! -digo, ya claramente enfadado.
- ¡Pues yo no entiendo lo que hay que hacer!.
- Ni yo- dice otro.
- Yo tampoco- salta otra alumna.
Los miro fingiendo cara de pena.
- ¿De verdad me tengo que creer que alumnos que llevan tres años estudiando francés no son capaces de saber lo que hay que hacer en un examen cuando yo,que no tengo ni puñetera idea de francés, seguro que lo leo y sé que hay que hacer?-
Ya me miran con atención (un tanto a mi favor).
- Y que conste que empleo la palabra “puñetera” sólo porque es el lenguaje que ustedes usan y “me se“ entiende mejor. -risas entre el público- ¿Que no?, pues ya verán ustedes. - Lanzo mi farol.
Así que cojo el examen de manera exagerada y lo estudio unos instantes generando expectación.
- Contesta al correo electrónico y da tu opinión- les espeto mientras le señalo con el dedo.
- Y, y ahora los vais a flipar, -digo con el dedo en alto- ¡no se te olvide usar los conectores!- les arrojo triunfante.
Aprovecho las caras de asombro para entrar a matar.
-¿Ven ustedes como si se quiere se puede?. Si yo, que les recuerdo que no tengo ni idea de francés ,mas allá del “oui monsieur, oui madam”, soy capaz de hacerlo, ¿porqué ustedes no?.
- Ustedes saben mucho francés. De hecho saben más francés del que imaginan. Sólo es cuestión de intentarlo. ¿no les parece?. - les insisto entre condescendiente y paternal- Así que no se hagan los torpes y al examen.
Y allá que se ponen a hacer el examen, menos uno que se queda dormido sobre su mochila con el examen vuelto cara a la mesa y que se niega a hacer nada.
Lo que me lleva a reflexionar sobre el hecho de cómo explicar que alumnos buenos que llevan tres años estudiando francés ni se molesten en leer el examen. Porque, aquí entre nosotros, no hace falta saber francés (del que no sé nada) ni ser ningún genio para traducir algo así como ”donne tu opinnion o contes de correur”.
¿Cual es la causa?. Tengo una respuesta sencilla. Y las respuestas sencillas, como decía Ockham, suelen ser las correctas. Llevamos años quitando a los alumnos la responsabilidad de lo que hacen. Si algo va mal siempre hay alguien que soluciona el problema. Siempre hay alguna causa externa al alumno que explica su error. Siempre hay alguien encima del alumno, sustituyendo su responsabilidad, su esfuerzo, por el de un adulto.
Piénsenlo bien. Antes un alumno de primero de ESO con faltas de ortografía podía ser suspendido en lengua (fundamentalmente) por ello. Y el alumno se esforzaba mucho por evitarlas, con lo que en segundo de ESO las faltas desaparecen. Pero ahora hacer eso es "penalizar al alumno" y no se puede hacer. En vez de ello, se pretende que todos los profesores se esfuercen en controlar todas las actividades del alumno, que deben de escribir muchas fichas de ortografía de cada falta. Y sin penalizaciones. Resultado: los alumnos llegan a bachillerato con faltas de ortografía y los que no llegan ni les cuento.
Si el alumno no pone el despertador y su padre no lo despierta, éste aduce frente al profesor que la culpa es .....de su padre por no despertarlo. Si se suspende física puede haber explicaciones varias tipo se me da mal, el libro es muy malo, se ponen ejercicios que no han hecho antes, esto es muy difícil y no lo entiendo y nadie me lo explica en casa etc. Siempre causas ajenas a su voluntad.
Ocurre lo mismo en la sociedad: está prohibido vender y servir bebidas a menores de 18 años.... pero si los menores deciden beber, el ayuntamiento les pone botellódromo gratis con servicios de policía (para que no se peleen) y ambulancias (por si deciden emborracharse mas de la cuenta), para que beban a gusto. Y si pasa algo, con multar al padre va que chuta.
Y claro los chavales cada vez tienen menos autonomía personal y menos capacidad de aprender por sí mismos. Los profes lo sabemos, lástima que el resto del mundo parece no saberlo.
Post data: El post está dedicado a esos alumnos de francés que quizás el año que viene sean mis alumnos. Espero que tomen buena nota de él.

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