“Al principio Dios creó el cielo
y la tierra. La tierra era algo informe y vacio, las tinieblas
cubrían el abismo, y el soplo de Dios se aleteaba sobre las aguas.
Y entonces Dios dijo. “Que exista
la luz”.
La Biblia: el Génesis
Y la luz se hizo. Ese momento los
físicos lo conocen como el big-bang, la gran explosión que dio
origen a nuestro universo. La densidad de energía (energía por
unidad de volumen) era enormemente alta y todo el universo estaba
lleno de luz (energía radiante). Podríamos decir que el universo
estaba formado por espacio vacío y energía.
Al expandirse el universo y aumentar
la cantidad de espacio vacío, el universo se enfrío. Y llegó a
enfriarse tanto, que la energía colapsó en materia: primero en
electrones y quarks, que se unieron formando protones y neutrones al
continuar la expansión. Al proseguir el enfriamiento se formaron
átomos de hidrógeno, helio y algo de litio, unos 300.000 años
después del big-bang.
Y así la oscuridad volvió al
universo. Pero por poco tiempo. Las nubes de átomos que formaban las
galaxias, condensaron en estrellas y, al hacerlo, la temperatura del
centro de la estrella alcanzó el valor suficiente para que
ocurrieran reacciones nucleares en su interior y se encendieron como
luciérnagas en el espacio vacío. Y la luz volvió a la creación.
Algunos millones de años después
muchas de esas estrellas, las mas grandes, acabaron su combustible
nuclear, el hidrógeno, y volvieron a contraerse, aumentando su
temperatura y haciéndose muy calientes. Tan calientes, que
ocurrieron nuevas reacciones nucleares que cocinaron elementos mas
pesados: átomos de carbono, nitrógeno, oxígeno, hierro, surgieron
de ellas. Durante el proceso las estrellas explotaban y enviaban al
espacio estos átomos nuevos.
Mucho después, El material expulsado
por estas explosiones (novas, supernovas), junto con mas hidrógeno y
helio del espacio, formó nuevas estrellas. Pero ahora con planetas a
su alrededor . Y en uno de ellos, unos 14.000 millones de años
después, unos primates curiosos ven la luz de las estrellas,
observan y piensan sobre ella.
También nosotros, los seres
pensantes, somos objetos luminosos y no en sentido retórico o
poético, sino literal. Emitimos luz, pero nuestra temperatura es tan
baja, que emitimos luz infrarroja (IR). Luz que no podemos ver, ya
que tienen demasiada poca energía para que nuestros ojos puedan
detectarla. Nuestros ojos ven las partículas de la luz (los fotones)
que tiene una energía mayor, la que corresponde a la luz visible
(roja, azul, verde...). Por eso no vemos nuestra propia luz en un
cuarto oscuro.
Pero si la temperatura del cuerpo
alcanza unos 600 ºC, éste emite luz de color rojo, como la de las
brasas que podemos ver en el vídeo.
Si la temperatura aumenta, por
ejemplo, echando un papel que se quema, la luz emitida tiene mas
energía y aparecen fotones de color azulado, verde (5.500 ºC) e
incluso luz blanca. (mezcla de fotones de todos los colores).
El proceso de emisión de luz de un
cuerpo debido a su temperatura se llama radiación térmica y su ley
fundamental es que la frecuencia de la radiación emitida ( y por
tanto la energía del fotón emitido) aumenta con la temperatura.
Es estimulante pensar lo poco
luminosos que nos hizo Dios en un sentido físico y la potencia a la
que brilla nuestra mente.
jeje Manuel... ¡cuánto te gusta mirar hacia los cielos! Y lo entiendo ÜÜÜ
ResponderEliminarSiempre es bueno mirar al cielo...no vaya a ser que se nos caiga algo encima.
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